Las gafas de oro es una de las historias cortas del personaje Sherlock Holmes. Fue escrita por Sir Arthur Conan Doyle y publicada dentro de la colección El regreso de Sherlock Holmes.
Argumento[]
En una fría noche, el inspector Stanley Hopkins acude a Baker Street a solicitar ayuda a Sherlock Holmes, en el asesinato del joven Willoughby Smith, secretario del profesor Coram, que habita en una casa de Yoxley Old Place. Hopkins cuenta que la doncella, Susan Tarlton, escuchó un grito y encontró al joven Smith en el suelo, con una herida en su cuello, hecha con un utensilio de oficina. Con un último aliento, el joven Smith dice: “El profesor… ha sido ella”. Y Smith muere. En la mano derecha del muerto, se encontraron unos lentes de oro, que podían pertenecer al asesino.
Sherlock deduce que los lentes pertenecen a una mujer. En una charla, el profesor Coram, cree que Smith se suicidó. En una charla, Sherlock hace caer “accidentalmente” una lata de cigarrillos y dice haber resuelto el misterio. Cree que la mujer quiso robar algo de un escritorio y cuando accidentalmente mató a Smith, ella se encontró con Coram y la ayudó a esconderse. Luego de esto, la mujer aparece en la habitación, escondida en la habitación de Coram.
La mujer, llamada Anna, confiesa que mató accidentalmente a Smith y que está casada con Coram, además, el verdadero nombre de Coram es Sergius. Anna confiesa que junto con Sergius y otros más, eran nihilistas en Rusia. La Hermandad se vio en problemas y Sergius delató a todos, incluido su esposa y se fue a vivir a Inglaterra.
Anna tenía un amigo, Alexis, que fue también detenido y enviado a Siberia a trabajar en una mina de sal. Razón por la cual no perdona a Sergius, ya que afirma que Alexis es mucho mejor persona que él. Anna quiso robar unos documentos que Sergius tenía y que demostrarían la inocencia de Alexis. Sergius mantuvo oculta a Anna, solo porque ella lo había amenazado con revelar su paradero a la Hermandad, que sin duda, cobraría venganza.
Lo último que pide Anna es que Alexis sea liberado, gracias a los documentos y ella muere al beberse un veneno minutos antes. Al final, Sherlock va a la embajada Rusa a dejar los documentos. Las últimas palabras que dijo Smith significan que él se había encontrado en la calle con Anna anteriormente; Anna por pura casualidad le había preguntado dónde vivía el profesor Coram. Al volver a Londres, Sherlock dice que sin los lentes de oro no hubiera sido posible resolver el misterio, ya que Anna tenía una pésima visión; gracias a eso, Anna acabó entrando a la habitación de Coram accidentalmente.